Nunca me había leído nada de Isaac Asimov y fue una de las elecciones antes de encerrarme en casa. Aunque pensé en Fundación, "Yo, Robot", me guiñaba el ojo de Will Smith en la cabeza y he de decir que aunque el libro es un clásico de la ciencia ficción que debía haber descubierto antes, nada que ver con la película.
"Yo, Robot" nos lleva a una serie de relatos donde el droide, el robot, la maquina creada como perfecta por el ser humano genera un misterio o un problema que la mente del creador, y del lector, tiene que resolver o explicar. Las tres pistas a seguir, la robopsicología simplificada en las tres míticas leyes de robotica: Un robot no dañara ni por acción u omisión a ningún ser humano, obedecerá las ordenes del ser humano siempre que no contradiga lo anterior y, por último, nunca actuará en contra de su supervivencia a no ser que sea para cumplir las dos normas anteriores.
Sabiendo estas tres leyes, cada caso nos plantea un incógnita a resolver, con lo que, a pesar de encontrarnos en mundos fantacientíficos, estamos también ante relatos cuasidetectivescos y de dimensión lógico/ético, pues se juegan con la deducción para ir cerrando cada caso. Estos se suceden en un orden cronológico, de modo que vamos viendo el crecimiento de la sociedad de las maquinas, que lejos de ser grandilocuente cuenta con el sigilo y la rectitud de un estratega inteligente. El dominio lejos de aterrar a los humanos llega a ser una consecuencia lógica de una inteligencia artificial que supera a su inventor como un dios que no permite en su proceder inteligente la aparición de la rebeldía tan suscitada en los libros y películas del espacio. El sometimiento callado del hombre a su obra tecnológica tan apaciguado si que puede ser terrorífico en su frialdad, pero no surgirá de inmediato en la lectura si no el relamerse de sus posos y puesto en el contexto de la época. Los miedos de o tecnológico como miedo al futuro y como evasión del hombre del hombre es una línea clave de la ciencia ficción pero lo escalofriante no está en lo descabellado de los mundo extraños y lejanos sino en el maniqueísmo realista de todo un sistema que crece con la ingenuidad y la rudeza de la misma tierra, de las raíces de un árbol.
Si, no sólo nos hallamos ante un ejercicio mental, lúdico en su mayor parte, sino también en un entrenamiento para la mente a día de hoy confinada y necesitada de alimento entre cuatro paredes, sino en una reflexión sobre lo humano y lo artificial. los humanos de estos relatos van de lo naif, de lo emocional, a lo práctico, egoísta, frío e incluso lo inhumano o lo indiferente. Más capaces de ser éticos los robots que los humanos, a qué se le llama humano, ¿al error? La bondad atada a una ley ¿es bondad? ¿Lo mecánico es real? ¿Es un error lo que creemos que es un error?
Un maravilloso juego que también plantea quien nos maneja hoy y quien nos manejará mañana y es mejor lo humano o lo 'inhumano'. Por otro lado, podremos descubrir en esta novela de 1950, referencias para posteriores cómics, libros y películas. Tenemos tiempo, así que leamos.
Imagen: portada de Yo, Robot, edición de 2019 de Edhasa
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